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Hace unos meses tuve un cálculo en el riñón y hoy me tocaba visita con el urólogo. Esta es una transcripción de la conversación que tuvimos.
Hace unos meses tuve un cálculo en el riñón y hoy me tocaba visita con el urólogo. Esta es una transcripción de la conversación que tuvimos.
—¿Edad? —dijo el urólogo según abría yo la puerta de su consulta.
—35 —respondí cuando aún no había entrado completamente en la habitación.
—¿Enfermedades? —yo aún estaba cerrando la puerta.
—¿Enfermedades? —respondí, no sabiendo muy bien cómo contestar a esa pregunta.
—Enfermedades que hayas tenido —me dijo mientras sostenía una bolígrafo y miraba un papel en blanco.
—Sarampión, paperas, varicela… —dije mientras me acercaba a la silla de la consulta, donde se supone que debería haber estado sentado antes de iniciar cualquier conversación relevante.
—¡Crónicas! —dijo levantando la voz mientras continuaba empuñando el bolígrafo con la mirada fija en la hoja.
—¡Buenos días! —dije nada más sentarme en la silla. En ese momento el urólogo levantó la mirada haciendo el primer contacto visual con mis ojos desde que entré en la consulta. Sonreí.
—¿Para qué has venido? —Volvió a retirar la mirada hacia el papel y el bolígrafo.
—He tenido una piedra en el riñón y me remite el médico de cabecera para un chequeo. —Le entrego el informe que me dio el médico de cabecera. El urólogo coge los papeles y dirigiéndose a su enfermera, la cual había permanecido todo el tiempo de espaldas tecleando frente a un ordenador, dice—: ¿A ver qué podemos hacer por este enfermo?
—¿Dónde está el sobre que venía con esto? —me preguntó dejando los papeles a un lado sin mirarlos tan siquiera.
—El médico de cabecera sólo me dio esos papeles, no me dio ningún sobre.
—Pues a partir de ahora —dijo cogiendo un sobre— siempre que vengas a la consulta me traes toda la documentación relevante en este sobre. —Acto seguido metió el informe del médico de cabecera en el sobre. En ese punto de la conversación no sabía si levantarme e irme o sacar un bloc de notas y contestar—: Disculpe, me voy a apuntar lo del sobre para que no se me olvide.
—Bueno, ¡cuéntame qué te pasa! ¿Dolor?, ¿síntomas?
—Bueno, ahora no me duele nada.
—O sea, asintomático —me replicó.
—Sí, supongo que ese es el término correcto, sí, lo que pasa es que he tenido una piedra en el riñón y antes me dolía mucho, pero desde que la he echado ya no me due…
—¿Y dónde está ese cálculo? —me preguntó sin dejarme terminar la frase.
—Lo están analizando.
—A ver no entiendo. Sin los análisis no te puedo recibir. ¿Te han hecho placa del abdomen?
—No.
—Pues te haces una placa y me traes los análisis de ese cálculo y vuelves a coger cita abajo para esta consulta. —Comienza a rellenar un volante y sin tan siquiera mirarme a los añade—: Lo único que te puedo decir hasta ese momento es que bebas mucha agua. —Le entrega el volante a la enfermera quien me lo pasa junto con el sobre.
—Adiós —dijo la enfermera volviendo a su pantalla de ordenador.
—Adiós y felices fiestas —respondí, mirando la escena de dos personas absortas en sus propios mundos, para las que yo no he sido más que interrupción en su autística mañana.