A menudo se encuentra uno con el discurso del perpetuo enfrentamiento Psicología vs. Psiquiatría.
En primer lugar quiero decir que desde mi punto de vista, lejos de ser incompatibles ambas profesiones son complementarias y no entiendo la razón para que no haya un buen entendimiento entre profesionales.
En varias ocasiones he escuchado el argumento "prefiero un psiquiatra a un psicólogo, porque el psiquiatra me receta pastillas". Me imagino que también habrá personas de la opinión contraria, pero no he debatido este tema con ninguna de ellas.
Existen importantes diferencias entre psiquiatras y psicólogos. Es cierto que los psicólogos no pueden recetar medicinas, aunque con los nuevos planes de estudio la idea es cambiar esto.
La diferencia básica es que el psiquiatra estudia durante su formación medicina y posteriormente se especializa en la rama de psiquiatría, y por su lado el psicólogo estudia propiamente la carrera de psicología y posteriormente se especializa en psicología clínica.
El objetivo principal del psicólogo clínico es evaluar y tratar problemas de tipo psicológico analizando el origen y las causas que lo mantienen en el tiempo. Para ello entrena al paciente en técnicas y habilidades que ayuden a mejorar de manera duradera su malestar, o que ayuden a conseguir los objetivos personales que se hayan propuesto en la consulta. Mientras que el psiquiatra, aunque puede recibir formación específica en esta misma dirección, normalmente su ámbito de especialización está centrado en evaluar la fisiología y la química de los problemas psicológicos y su labor está encaminada hacia el área médica y farmacológica del trastorno.
Hay que tener en cuenta que tanto los "problemas psicológicos" o como las llamadas "enfermedades mentales" abarcan un ábanico muy amplio de trastornos, muchos de ellos sin una clara definición, en la que los propios profesionales a menudo no se ponen de acuerdo.
Actualmente existen diferentes perspectivas o modelos de entender la psicopatología. ¿En qué nos basamos para catalogar a ciertos comportamientos, incluso a ciertas personas, como psicopatológicos? Diferentes escuelas han dado diferentes respuestas dependiendo del momento histórico en que aparecieron y las características políticas, religiosas y sociales de dicho momento.
A lo largo de la historia la ciencia ha tenido que luchar con el modelo social imperante. En una época donde la iglesia dictaba que el sol daba vueltas alrededor de la tierra, el heliocentrismo era herejía, por tanto sus teorías eran rechazadas y sus seguidores quemados en la hoguera o tomados por locos ilusos.
Es decir, si un determinado comportamiento es considerado normal, sano o adaptado en una determinada cultura, dicho comportamiento no será considerado patológico, mientras que en otra cultura puede ser considerado anormal.
En el mundo árabe, el Corán se consideraba la fuente y autoridad de todo conocimiento. Así, por ejemplo, el profeta Mahoma consideraba que el hombre que había perdido la razón había sido escogido por Dios para decir la verdad. Por su parte, durante la Edad Media, la Iglesia Católica tuvo que hacer frente al dilema de determinar si la persona que mostraba una conducta desviada era un santo o un aliado del diablo.
En general, si una sociedad o un grupo cultural, valoran positivamente (esto es, como saludable y deseable) unos ciertos modos de comportarse, de ser, de pensar, cualquier atisbo de rechazo, crítica, minusvaloración o de contradicción manifiesta contra tales modos, corre el riesgo de ser calificado como psicopatológico, enfermizo, absurdo, disfuncional o anómalo.
Valga como ejemplo la homosexualidad, aunque ahora no es considerada como una enfermedad, hasta 1990 fue considerada como tal por la Organización Mundial de la Salud. Un camino similar siguieron los zurdos, a quienes se consideraba como retrasados, desviados o anormales hace muchos años. Hoy nadie piensa así de un zurdo, y aunque la homosexualidad no se considere enfermedad en el ámbito médico desde hace más de 20 años, aún no está del todo aceptada por la totalidad de la población, y para muchos es una desviación o como poco un mal vicio.
Otro ejemplo sería el trastorno de personalidad pasiva-agresiva, que antes era considerado un trastorno y ahora ya no. Así que todos aquellos que quieran comportarse con resistencia pasiva y terquedaz, resentimiendo o desidia pueden hacerlo sin temor a ser considerados transtornados (Un ejemplo de comportamiento pasivo-agresivo es decirle a alguien que vas a hacerle un favor, para luego hacerlo de forma tan lenta y tardar tanto en llevarlo a cabo, que finalmente acaba haciéndolo él mismo.)
Todas estas ideas que tiene una sociedad afectan sobre los modelos y criterios que se utilizan en la clasificación de "enfermedades mentales". Estos criterios actúan como justificación de nuestros valores y prejuicios sobre la anormalidad psicológica ante unos pocos hechos.
A medida que el sistema y la sociedad cambia, cambian también los criterios, las escuelas y las formas de ver los trastornos.
Cuando alguien dice "esta persona no es normal", está realizando una comparación con lo que ella considera normal. La distribución normal en estadística implica que si medimos las variables que definen psicológicamente a una persona (personalidad, capacidad intelectual, tipos de comportamiento, emociones, etc.) y las representamos gráficamente, tendremos la famosa campana de Gaus, donde la mayoría de los valores se encontrarán en torno a la media. Por tanto, cualquier comportamiento poco frecuente, que no entra en los límites de la distribución normal, será considerado anormal. Así podemos hablar de hiper o hipoactividad, superdotado o subnormal, según se encuentre la persona en un extremo u otro del continuo de la distribución normal o campana de Gaus.
Los médicos (y por ende los psiquiatras) pondrán el énfasis en la naturaleza física o biológica de la anormalidad. Su supuesto básico es que las diferentes psicopatologías son básicamente la expresión de alteraciones en el modo normal de funcionamiento de alguna estructura o proceso biológico. Explicar la psicopatología mediante una causa orgánica llevó a la medicina a adoptar el término genérico de "enfermedad mental". Esto ha sido criticado por diferntes autores (Szasz, 1960 del movimiento antipsiquiátrico) ya que si existe realmente una alteración orgánica del sistema nervioso central, debería llamarse enfermedad neurológica y no mental, ya que la mente como tal es un concepto abstracto y por tanto no puede enfermar, sólo el cuerpo puede enfermar.
Las críticas a las explicaciones psiquiatrícas son numerosas y llenas de polémica. Por ejemplo, muchas personas pueden percibir que una explicación biológica de su "enfermedad mental" les absuelven a ellos de cualquier responsabilidad. Si desde la psiquiatría se presentan las adicciones (alcohol, drogas) como una enfermedad de este tipo, ello tiene consecuencias personales y sociales muy importantes.
En la misma línea van las críticas contra los diagnósicos médicos en psicopatología. La etiquetación de pacientes da como resultado al "encasillamiento" de muchos de ellos con nefastas consecuencias. La "rotulación" de un paciente tiene efectos negativos sobre el propio individuo (por ejemplo, una persona a la que se le dice que es un neurótica empieza a comportarse como tal). Quizás deberíamos hacernos la pregunta ¿qué valor terapeútico posee asignar una categoría diagnóstica a un paciente?
Los médicos (y por ende los psiquiatras) pondrán el énfasis en la naturaleza física o biológica de la anormalidad. Su supuesto básico es que las diferentes psicopatologías son básicamente la expresión de alteraciones en el modo normal de funcionamiento de alguna estructura o proceso biológico. Explicar la psicopatología mediante una causa orgánica llevó a la medicina a adoptar el término genérico de "enfermedad mental". Esto ha sido criticado por diferntes autores (Szasz, 1960 del movimiento antipsiquiátrico) ya que si existe realmente una alteración orgánica del sistema nervioso central, debería llamarse enfermedad neurológica y no mental, ya que la mente como tal es un concepto abstracto y por tanto no puede enfermar, sólo el cuerpo puede enfermar.
Las críticas a las explicaciones psiquiatrícas son numerosas y llenas de polémica. Por ejemplo, muchas personas pueden percibir que una explicación biológica de su "enfermedad mental" les absuelven a ellos de cualquier responsabilidad. Si desde la psiquiatría se presentan las adicciones (alcohol, drogas) como una enfermedad de este tipo, ello tiene consecuencias personales y sociales muy importantes.
En la misma línea van las críticas contra los diagnósicos médicos en psicopatología. La etiquetación de pacientes da como resultado al "encasillamiento" de muchos de ellos con nefastas consecuencias. La "rotulación" de un paciente tiene efectos negativos sobre el propio individuo (por ejemplo, una persona a la que se le dice que es un neurótica empieza a comportarse como tal). Quizás deberíamos hacernos la pregunta ¿qué valor terapeútico posee asignar una categoría diagnóstica a un paciente?
La psicología arroja otro punto de vista al respecto. Por ejemplo, los rasgos de la personalidad que se consideran desviados o desaptativos en una clasificación psiquiátrica, no son considerados cualitativamente diferentes de los rasgos de personalidad de la población normal. La diferencia es cuantitativa y no cualitativa. Es decir, todos tendríamos comportamientos paranoides, esquizoides, obsesivos, compulsivos, etc. Es la cantidad o el grado en que estos se manifiestan lo que sitúa a la persona en un extremo u otro del continuo de la población. Nadie diría por ejemplo, que una persona muy muy alta, tiene una patología de la altura.
Desde este punto de vista las clasificaciones psiquiátricas servirían al médico como ayuda y guía en su práctica, pero de escasa utilidad para el paciente, ya que entre un esquizofrénico y otro puede haber diferencias muy grandes que requieran tratamientos muy distintos. De hecho, en ocasiones no solamente existen problemas para asignar a los sujetos a una categoría o diagnóstico específico, sino que, cuanto más se va conociendo a los individuos, mayores son las dificultades de incluirlos en una categoría concreta.
Por último otra crítica a los modelos biomédicos de entender la psicopatología se refiere a la formulación de algunas de sus teorías, que a juicio de algunos son acientíficas. Por ejemplo, una de las teorías que explica la esquizofrenia (teoría dopaminérgica de la esquizofrenia, que dice que la esquizofrenia está causada por un exceso de dopamina, un neurotransmisor) se basa sobre el relativo éxito terapeútico que tuvieron con ciertos fármacos que reducían la cantidad de dopamina en el paciente. Es decir, basan una teoría en el descubrimiento casual de la efectividad de un fármaco. Esto sería algo así como definir el dolor de cabeza crónico como un déficit de ácido acetil salicílico, ya que la aspirina reduce o elimina dicho dolor.
En cualquier caso, sólo quería dejar constancia de que lo "normal" o "anormal" de una conducta o comportamiento depende en su mayor parte del color del cristal con que se mira, es decir, del modelo teórico o paradigma en que nos movamos.
Ya lo dice el refrán, "ni están todos los que son, ni son todos los que están". Por cierto, ¿sabes quién acuñó está frase?
Y respecto a la preferencia de tomar medicación para los "problemas mentales". En caso de sentirte con ansiedad o estrés que te pueda causar insomnio, ¿prefieres acudir al médico para que te recete un ansiolítico o una pastilla para dormir que te da resultados inmediatos?, ¿o intentas antes otras vías "más psicológicas" para corregir dicho malestar?
Desde este punto de vista las clasificaciones psiquiátricas servirían al médico como ayuda y guía en su práctica, pero de escasa utilidad para el paciente, ya que entre un esquizofrénico y otro puede haber diferencias muy grandes que requieran tratamientos muy distintos. De hecho, en ocasiones no solamente existen problemas para asignar a los sujetos a una categoría o diagnóstico específico, sino que, cuanto más se va conociendo a los individuos, mayores son las dificultades de incluirlos en una categoría concreta.
Por último otra crítica a los modelos biomédicos de entender la psicopatología se refiere a la formulación de algunas de sus teorías, que a juicio de algunos son acientíficas. Por ejemplo, una de las teorías que explica la esquizofrenia (teoría dopaminérgica de la esquizofrenia, que dice que la esquizofrenia está causada por un exceso de dopamina, un neurotransmisor) se basa sobre el relativo éxito terapeútico que tuvieron con ciertos fármacos que reducían la cantidad de dopamina en el paciente. Es decir, basan una teoría en el descubrimiento casual de la efectividad de un fármaco. Esto sería algo así como definir el dolor de cabeza crónico como un déficit de ácido acetil salicílico, ya que la aspirina reduce o elimina dicho dolor.
En cualquier caso, sólo quería dejar constancia de que lo "normal" o "anormal" de una conducta o comportamiento depende en su mayor parte del color del cristal con que se mira, es decir, del modelo teórico o paradigma en que nos movamos.
Ya lo dice el refrán, "ni están todos los que son, ni son todos los que están". Por cierto, ¿sabes quién acuñó está frase?
Puesto que las clasificaciones psiquiátricas siguen siendo controvertidas, algunos piensan que no son fiables y que además pueden ser causa de estigmatización social, ¿consideras que se puede privar a alguien de su libertad y encerrarlo en un centro psiquiátrico "por su bien" en base a un diagnóstico médico, si la persona no ha cometido ninguna ofensa criminal?
Y respecto a la preferencia de tomar medicación para los "problemas mentales". En caso de sentirte con ansiedad o estrés que te pueda causar insomnio, ¿prefieres acudir al médico para que te recete un ansiolítico o una pastilla para dormir que te da resultados inmediatos?, ¿o intentas antes otras vías "más psicológicas" para corregir dicho malestar?
Bastante de acuerdo con todo, la ciencia al ser un concepto humano es inherentemente social pues quienes las formulan forman parte de la sociedad. Esta afirmación contradice el pensamiento común de que la ciencia es algo puramente racional, pero obvia el componente humano.
ResponderEliminarRespecto a la última pregunta, dependerá del motivo del trastorno, de si este afecta a la vida normal lo suficiente como para tolerar un desvío en el funcionamiento natural del cuerpo, del historial propio (cosa que no existe), y de si preferimos el camino fácil o no.
Totalmente de acuerdo, Asier. La ciencia está hecha por científicos que son personas con sus deseos, creencias, intereses y limitaciones. La ciencia es una forma de entender la vida, pero hay otras formas de hacerlo, como la poesía, el romanticismo, la filosofía, la religión, la espiritualidad, y hasta el psicoanálisis...
ResponderEliminarPor ejemplo la ciencia busca las causas. Pero en filosofía se distingue entre causas y razones. La causa de que algo se caiga puede ser la fuerza de la gravedad, pero las razones de dicha caída pueden ser otras muy distintas. Si sólo atendemos a las causas, o la forma científica de ver las cosas, nos perdemos gran parte de la "explicación" que nos ayuda a entender por qué sucede algo.
Respecto a lo último que comentas, supongo que el camino fácil al que te refieres es tomar un ansiolítico ante el estrés en vez de buscar alternativas que requieran cierto "esfuerzo mental". Tragar algo con un poco de agua conlleva un mínimo esfuerzo físico, y prácticamente ningún esfuerzo mental.
Eso y la manía del ser humano de entender, para con ello conocer y así poseerla en eso que llamaís urgencia de posesión. Y digo yo que entenderla está muy bien, pero disfrutarla está mejor.
ResponderEliminarYo soy de los que intentan eliminar los fáctores que inducen el problema, si resulta ilegal, amoral o complicado, lo asumo con la ilusión de que sea transitorio y lo minimizo de forma no farmacológica. Si todo eso no funciona, habrá que pensarse lo de las pastillas, que al fin y al cabo: "Ante todo, no hacer daño", y los somníferos usados por periodos prolongados lo hacen, y mucho!!
Pues sí, las benzodiacepinas, por ejemplo, pueden producir dependencia si se toman durante períodos continuados. De todas formas, si la falta de sueño está generada por un problema que hay que solucionar en la vida real, la pastilla tampoco lo soluciona mientras uno duerme, quizás en un futuro lo hagan, y de paso te preparen el desayuno para cuando despiertes ;o)
ResponderEliminarMe parece un horror que puedan encerrar a alguien en un manicomio sin su consentimiento. A donde vamos a parar! La opinion de un medico no deberia ser suficiente para encerrar a nadie! Yo prefiero mil veces un psicologo antes que un psiquiatra.
ResponderEliminarPsychologists are for healthy people with transitory problems. Psychiatrists are for people with more sever disturbances or mentally ill. As for the treatment, the best way is to use a combination of psychopharmacology and psychotherapy. Psychology is for psychiatry what biology is to medicine. Both should be joined in peace and harmony and should not be seen as exclusive (either ~ or) options.
ResponderEliminarHi Pianoman, thank you for your comment. (By the way, do you play the piano?, just wondering) I agree that that has been the distinction between psychologists and psychiatrists in the past. However the new classifications of mental disorders in the field of psychopathology are reviewed by both psychologists and psychiatrists. It is not true anymore that clinical psychologists are for healthy people with transitory problems. In fact the new university programs for psychologists (at least in Europe) are meant to change that, as psychologists will also be able to prescribe drugs in the future.
ResponderEliminarThere is also an ongoing debate about the efficacy of the combination of drugs and therapy. Combining both is not always the best. For example, for some phobias the psychotherapy will not have any effect if the person goes to it under the effect of an anxiolytic (used for the treatment of symptoms of anxiety or panic attacks).