Parece que cuando hay unas elecciones salen muchas emociones a flor de piel y algunas personas empiezan a comportarse de manera más enfática que de costumbre.
En este post me gustaría transmitir un mensaje a esas personas a través de un símil con la educación.
Una de las críticas a la enseñanza actual es que se preocupa por la transmisión de conocimientos, pero no enseña a pensar.
Los buenos estudiantes se distinguen de los malos estudiantes, no en su inteligencia, sino en su capacidad de organizar su estudio de manera eficaz y productiva.
La enseñanza de estrategias de aprendizaje, es decir, enseñar a los alumnos a cómo deben aprender, se encuentra dividida en tres posturas:
- Una postura defiende que las estrategias de aprendizaje se deben enseñar de forma independiente a las materias de estudio. Los partidarios de esta propuesta realizan programas de métodos de estudio separados de las materias curriculares. (Método de aislamiento).
- Una postura intermedia defiende que la mejor manera de introducir las estrategias y técnicas de estudio es dentro de las propias materias que se enseñan en la escuela. El profesor no solo debe enseñar matemáticas, física, química, sino que debe enseñar cómo estudiarlas, es decir la forma de abordar la asignatura para que el aprendizaje sea efectivo. (Método combinado).
- Una última postura, la más extendida en la práctica, concede la máxima importancia a los contenidos de la materia, y se apoya en el supuesto de que los buenos estudiantes desarrollan las habilidades y estrategias de estudio sin necesidad de ser instruidos en ellas de manera específica. Esta es la forma habitual de enseñanza. (Método de inmersión).
Los estudios realizados al respecto demuestran que los alumnos, por lo general, no adquieren por sí solos las estrategias de aprendizaje y que el método combinado (enseñar a estudiar a la vez que se enseña la materia) es el más adecuado.
En la escuela y la universidad nos enseñan las materias escolares y el conocimiento técnico, y se delega en los padres o en “el entorno” (entiéndase por entorno desde los amigos, el cine y hasta las revistas tipo “Cosmopolitan”) el aprendizaje de otras habilidades igualmente importantes como saber relacionarse con los demás, no tomarse las cosas a la tremenda, saber aceptarse a uno mismo, ser positivo, no dejarse llevar por la ansiedad o la impulsividad, no ser catastrofista, ser tolerante con los demás, saber dialogar y debatir pacíficamente, saber entender el punto de vista de los demás, saber cooperar, ser solidario, trabajar en equipo, aprender a cuidar el cuerpo y la salud, comer sano, tener hábitos saludables, saber cómo tratar a las personas con respeto, librarse de miedos y suspicacias, ser paciente con los demás, saber cómo afrontar una pérdida amorosa, y un largo etc.
Sin embargo, los estudios realizados demuestran una vez más que las personas no aprenden estas cosas de manera adecuada por sí mismas, y que, además, entre un 14% y un 19% de la población presenta un trastorno psicopatológico (diagnosticable por criterios DSM-IV).
Es decir, si soñamos con un mundo mejor, libre de guerras donde haya tolerancia, paz y amor, ¿no deberíamos empezar a incluir su enseñanza como parte del programa educativo de una sociedad, en vez de dejarlo al azar?
Al igual que hace tiempo se tomó la decisión de alfabetizar a toda la población, y hoy en día no hay nadie que no sepa leer y escribir, ¿no podría tomar una sociedad la decisión de educar a todos sus ciudadanos desde que nacen en inteligencia emocional, empatía, respeto y solidaridad?
Quizás con una actuación semejante, el número de pleitos, demandas, disputas, ataques, depresiones, ansiedades y psicopatologías varias disminuya, (quizás desaparezca el terrorismo), y tengamos una existencia más pacífica y armoniosa. Puede que incluso hasta los partidos y las discusiones políticas cambien.
Si crees que la psicología científica puede ayudar a construir la sociedad del futuro, te animo a que difundas este mensaje.
Yo voto por la “psicologización” obligatoria de la población, ¿y tú?
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